Mi foto
Estudiante de letras, pecosa, menorquina, moñas titulada, utópica empedernida y agaporni reciente.

domingo, 27 de marzo de 2011

   Después de tanto tiempo, volvieron a salir un domingo por la mañana a pasear, a buscar preciosos lugares recónditos de aquella pequeña pero hermosa isla.
   Dieciocho años habían pasado desde que "su niña" había llegado al mundo. Dieciocho años que le habían pasado como si hubiesen sido tres.
   -Cómo pasa el tiempo. Parece que era ayer cuando, rodeada de toda la familia, gateabas en la mesa del comedor.
   Parecía que era ayer. Pero "ayer" ella había estado disfrutando del fin de exámenes con sus compañeros, amigos, no tan amigos, muy amigos e íntimos amigos. Sabía que él mismo "ayer" no había estado disfrutando del gateo de esa su niña; había estado sufriendo por su extrema preocupación de qué estaría haciendo su niña en ese loco y peligrosos mundo de drogas y alcohol, aunque sabía que ella rechazaba todo ese mundo.
   En una de las tantas conversaciones que pudieron compartir ella comentó la mala suerte que había tenido jugando a las cartas con sus amigos.
   -Desafortunada en el juego... - y ahí quedo la frase del padre.
   -¿Afortunada en...?
   -... afortunada en el amor.
   -Dudo que quieras, sinceramente, que sea así aún.
  Concluyó riéndose entre dientes y dándole una palmada en el hombro. Y entonces se hizo el silencio. Un silencio de reflexión: quizás era ya el momento de hablar en serio, al fin y al cabo eran ya dieciocho años y no dos días.
   -No, algún día sí quiero que seas afortunada en este campo. Pero tiempo al tiempo... Que encuentres a alguien que sea bueno para ti.
   Patidifusa se quedó "su niña". Y volviendo a la broma...
   -Pero ves con cuidado, que los hombres somos malos, ¡muy malos!
   -Sí, papá, tú el que más.


   "Te adoro, papá." 
No lo dijo, pero ambos lo sabían, lo saben y lo sabrán toda su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espontaneidades