Mi foto
Estudiante de letras, pecosa, menorquina, moñas titulada, utópica empedernida y agaporni reciente.

martes, 10 de mayo de 2011

Gritos ahogados.

    Era una de aquellas personas que inspiraba confianza. Era la persona perfecta para que Kira consiguiese desahogarse, deshacerse al fin de todos aquellos males que la atormentaban y que llevaban tiempo siendo reprimidos. 
    Kir se había sentado en el suelo, aunque aún quedaba sitio en el banco como para estar sentado a su lado, pero afirmaba estar mejor ahí para poder verla de frente y no observarla únicamente de perfil. El contacto frente a frente siempre le había parecido mucho más personal, más íntimo, más acogedor. Kir mantenía sus ojos miel fijos en su cara, pero a Kira le podía esa extrema timidez que la caracterizaba y jugueteaba con las pulseras al hablar.

    - ¿Y bien? – preguntó Kir.
    - Una larga historia, que se suele decir…
    - Creo que podré seguirte.
    No podía negarse a esa cara, a esos ojos y a aquella sonrisa que no parecía capaz de desvanecerse jamás. Aún así, el pasado de Kira no había sido justamente un pasado fácil en el ámbito personal, y él era la primera persona que la oía hablar de ello.
    - Pero… - inquirió Kir - ¿Por qué no te negaste?
    - No creí que la cosa fuese a ser tan difícil.
    - Lo debías pasar fatal…

    Y entonces, sin indicio aparente alguno, los ojos de Kira se entumecieron, y las lágrimas acabaron vertiéndose lenta e inintencionadamente por sus mejillas. Allí, delante suyo, el chico que había conseguido alegrarme los días ese verano con una cara que no reflejaba más que preocupación. Preocupación e impotencia. Kir postró su mano en su rodilla a modo de consuelo. Al ver aparecer una leve sonrisa en el rostro de Kira y oír una leve risa entre dientes, arqueó la ceja, se inquietó.
    - Tienes ese algo que inspira confianza – susurró Kira entre sollozos.

    Él, sin quitar en ningún momento su mano de dónde la tenía, se levantó, se sentó a su lado y colocó su otra mano bajo la nuca de Kira, moviéndola.
    - Lo siento – dijo Kir en voz baja pero suficientemente alta como para que consiguiese oírlo con claridad -. Lo siento mil veces. En serio  que no sabes como…
    Kira dio un giro brusco para mirarle de frente:
    - Pero, ¿qué estás diciendo?
    - Por haber sacado el tema, por haberte hecho recordarlo, por haber hurgado en la llaga – y representó con la mano el “hurgar en la llaga” -, por…
    - ¡Calla! – Kir la obedeció – Deja de decir tonterías.
    Entonces ella bajó la mirada y un silencio que llegó a ser incómodo se instaló a su lado en aquel banco.
    -¿Sabes una cosa? – Kir hizo una pausa - Eres demasiado especial como para que pueda permitirme verte así. Y más aún sabiendo que sufres por una persona que no vale la pena. Voy a lograr que seas feliz, cueste lo que cueste. Es lo menos que puedo hacer. ¿Qué te parece?

    Por primera vez, Kira fue quien abrazó a Kir (hasta el momento había permitido que él la abrazas, convirtiéndose ella en un objeto totalmente pasivo). Se trataba de algo más que una simple afirmación. Era un agradecimiento, a la vez que un ruego.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espontaneidades